REINA
LISSETTE RAMIREZ, (San Francisco de Macorís, 1983). Es miembro del Taller Literario Domingo Moreno Jiménez del CURNE-UASD.
Su inclinación por la literatura se inicia a temprana edad. Su poesía aparece en la Antología SAFO de nueva poetas de
la República Dominicana así como en suplementos y revistas culturales de su país. Es estudiante de Mercadeo por
la Universidad UAPA.En el 2005 su poesía fue galardonada
con el Premio de poesía joven Miguel Alfonseca en la XIII Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.
Traicionar el espejismo
Las espinas están en nuestras manos todo el azar cabalga en
la muerte vamos en una barca después de los sueños hacia el vacío despegado del paisaje desnudos y sin ojos chocando
con dunas y cadáveres vigilando el prado y los árboles de cerezos. Nuestros ladridos inundan la noche, nuestros aullidos
disipan la niebla hemos enfermado, intercambiado el animal firmar nuestro precio en una balanza de oro Llego el tiempo
y la obesidad, la inundación del salón irnos detrás de las cortinas a esconder el agua Desde el cielo el manjar
nos provoca sed, angustias, deseos aullamos prediciendo el grito de la sequía sus raíces atan nuestras manos, lenguas,
dedos. Atacamos el miedo con la exquisitez del dolor cuando traicionamos el espejismo.
Peregrinos
Con
sopor y apresurados los inválidos traen colmillos en la espina del alba Con tanto despeño no quiero que aúllen ni
que se viertan en mi vino a desangrarlo Despiertan con los pechos en el baile, despreocupados por el vértigo Se ven
radiantes cayendo del puente levemente Pero yo no quiero esta lenta caída sin hierros ni un preludio de alcance al
otro mundo de llaves mezquinas ¿Cómo librarnos del camino?
Guerrero
Hemos encontrado a un guerrero lo
enterramos y ahora sufrimos La pluma que domina al hombre su ceguera dentro del agua todo esta obscureciendo el
rostro de tinta se perdió en el carbón el ave vuela en sus huesos hace nidos de sucesos terribles No puede sembrar
el oro obras y palabras perdidas en el amor que solo fue una llovizna de azufre Sus manos enterradas en el mundo
junto a otras menos fuertes ignoraba la fisura del sueño, la alegría su lengua esta adormecida por el triunfo y las
espadas eran insomnio del disfraz Yo toco su rostro, sus aberturas su espada dormida entre sus costillas su memoria
oscurecida por cantos de niños y mujeres ya muertos pero los hombres susurran su destierro y su derrota.
Rectángulo
No
me dejo armar solo frotar la voz que suspira rota ahora me veo mas tosca con estas navajadas en mi rostro No quiero
ser feliz, ni pretendo que lo sean tiemblo cuando encuentro mi mitad estéril La piedra me hace silencio porque soy una
anciana es por lastima a estos pliegues y rayas aunque tienen necesidad de palabras Se ha extinguido la culpa el
sol ha muerto junto a ella espero no presidir de un ataúd como hijo que escucha mi llamado Pero no deben olfatearme hay
una hormiga que espera el invierno con el miedo hueco en sus ojos.
Ociosidad del hombre
No todos
los días esta dispuesto el hombre ha torcer sus brazos por la tierra la isla de sangre le sumerge hasta el cuello, pero
respira se enternece con la hermosura de las piedras en las dunas El estomago de su avaricia no tiene fondo las manos
amaestradas para el crimen Cae sobre el cielo de la noche entumecido temblando sin carne parece títere de nadie los
ojos levitando su lengua blasfema disfruta el suelo y se golpea como pez al morir No todos los días nace un hombre creyendo
comer otro hombre deteniendo su cabeza en la mesa como frutero donde el sur emigra por su olvido Sin ley la cobardía
lo espera en el puente donde ha lanzado el amor, su grandeza pero ya esta oscuro debajo de la cama en la mañana fría
no habla con nadie cree ver a Dios temblando en el pecho del río, su ventana.
El hocico del perro
Enfrentar
el olvido, dudar mis respuestas nuestra soledad esta tejida sobre el espejo perdimos el aliento en las nubes Esta
decrepitud no las dieron para vacilar es tarde para sanarnos en este camino sin sangre pero cuando lloro no juzguen
que sea noche el anaquel ha sido hecho para mis órganos en el pórtico de la puerta hay letras sin cuello sin brazos
que me motiven Pero amnesia es amarnos y duplicarnos no rastrear con el olor el miedo animal Estas cenizas pertenecen
al jardín los insectos que nos habitan el rincón es poseído por un escalador Reaparece la escalera ha resplandecido
el hocico del perro sobre el cristal del miedo ¿Si es absoluto arriesgarse, si perdemos la noche, la pureza de
la muerte, el espejo que nos olvida al marcharnos?
Oda al viudo
Mira como estoy, muerta no
fue un presagio el reloj de arena mi espina dorsal me trituro y ha servido como un símbolo familiar este suelo esponjoso
tiene un silencio que no es de mujer Mira la caja de madera estos árboles no me sirven de consuelo las velas no deben
traer instrucciones de tiempo ya el fuego se me negara Tu sigues pidiendo ayuda como si fuera una atropellada en
el camino (el simulado animal retratado en su selva) Miras el periódico, mi nombre te recuerda algo talvez alguna
llave o un cuchillo de mesa Me tienen descalza siento que se me ha desprendido todo doy vueltas en un colador ovalado y
tu mundo aun no te echa conmigo En la calle miras a las mujeres para injuriarlas te has dado cuenta del reloj en el
bolsillo de tu saco Si tan solo imaginaras todos los animales en mi cuerpo putrefacto dándome calor ya no obtengo la
asunción Mírame que aun tienes los ojos para hacerlo no blasfemes mas en mi nombre La iglesia ha preparado un lugar
para ti con insignias decoradas con plumas púrpuras para cuando tu día brille amordazado El tiempo no es corto, es
nuestra vida de letargo pero hemos de extrañar la ingenuidad esta que nos acompaño sin temor Pero no asciendo, no
florece la madera pulida ni tampoco las alas robadas al hombre.
Homicida en x grado
Miro la lengua florecida estoy
aun viva el dolor esta hincado, pidiéndome que lo deje sorbo a sorbo trago el miedo antes que el lo haga conmigo Criminal
de guerra sosteniendo un lápiz encuentro la ropa quemada los cabellos largos en revuelos en el suelo simultáneamente
hay un hombre con navaja sospecho que puedo aludir al enano que todos han dejado sus colmillos para la cena Reversible
degollé a los humanos pero encuentro una silla con alambres un sombrero ovalado de hierro He querido complacerlos el
cuello blanco sonríe abre el libro pero no sus palabras Las cadenas en los tobillos frías, parecidas a mi, no a
ella las lagrimas les pertenecen también el cuerpo inundado de pánico y su pasión por la vida.
Los desmemoriados
Los
que creen en la lluvia del llanto en las jaulas decoradas con clavicordios en un perro que duerme debajo del mueble miro
mis pies arrugados por el camino esta rosa iluminando mi rostro arrodillado Solo he visto pocos devueltos por el mar con
su angustia como lienzo tapando sus bocas descansan algunos en la chimenea apagada criando su ganado, comiendo sus uñas Que
disciplina de la lluvia cuando nos muerde la pisada desde este extremo hondo nos alcanza ha acompañarnos.
Ritual
de los relojes
El viejo reloj esta a mi espalda enciendo un cigarrillo se gasta me maltrato me soplo El
tiempo gritado de la niña se extravía en el dolor una música lejana lo soporta es el viento, es el dorso de mis sueños Voy
construyendo el juego de quemarme estoy feliz; puedo acusarme de no ser humana si son vinos las palabras sangre
limpia y puedo olerme como un manjar sin dueño que desea ser devorado. Puedo hacer tijeras para lengua de miedo exorcizar
el cuerpo rasgado por el asesino dorado. Las calles están llenas de relojes y hay un poema en cada uno de ellos y
yo rasgo lo escrito como una fiera sin memoria el tic-tac pronuncia mi nombre, y aplaude en la noche mi desafío de vida. Miro;
y ahí hombres aplastados tapizando su manecilla de lujo la herida mirada de la niña persiste en destruirla pero la piel
esta en otros horizontes y se escucha la lagrima perforando el lápiz. Mi vieja espalda no alcanza las agujas (mi fugaz
alegría) estoy en otras tribus otras palabras deténganme en la tumba antes del suicidio de caer en la orgía
del sordo que me cante las niñas y me cuelguen del reloj pero de frente, con los brazos abiertos.
Fuego verde
Me
sembraste junto a esos árboles parecidos a secos pasadizos hacia el río Continuo recordantote en el bosque de tu
fuego impenetrable sin residuos con el espíritu desbordado en los animales Yo como un cactus deseándote murmurando
tu hierba rogando tu humedad de lagrimas hundiéndome Te hablo, que miseria! no estas cerca de mi; el fango el
fuego en fango en el fango yo anclada detrás de tu inmensidad desde tus raíces encendidas por el desespero por la
pasión de querer ser carne! me cosechaste junto a la piedra, junto al sueño...
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